“Cuando hay dos mellizos y uno muere, ¿el otro sigue siendo mellizo o se llama de otra manera?” A esta pregunta intenta responder el niño protagonista de este conmovedor drama, después de que su hermana melliza cayera desde un tejado. ¿Fue un accidente… o se arrojó? El escritor superventas Alejandro Palomas nos invita a mirar tras las puertas cerradas de la adolescencia, allí donde nacen los silencios, los miedos y las heridas invisibles. Un drama intenso, lleno de dolor, ternura y, sobre todo, de luz.
“Cuando hay dos mellizos y uno se muere, ¿el otro sigue siendo mellizo o se llama de otra manera?” Esa pregunta taladra la mente de Elio, un chico de 13 años, desde que supo que su hermana Eva había muerto cayendo desde la azotea de casa de su abuela. Nadie sabe qué hacía ahí. Desde entonces, Elio no habla y sus padres no saben cómo ayudarle… Ni tampoco cómo sobrellevar la pérdida. Así, Elio comienza a asistir a terapia con un psicólogo, Mateo, que trata de ayudarle a ordenar todo lo que ha ocurrido, pues él es el único que sabe la verdad de lo que le ha pasado a Eva porque estaba allí cuando ocurrió. Aunque físicamente eran idénticos, Elio y Eva no podían ser más distintos. Él, retraído y solitario, encontraba refugio en su cuaderno de dibujo y prácticamente solo se relacionaba con Eva. Ella, en cambio, era brillante y audaz, una niña de altas capacidades a la que le era imposible pasar desapercibida, pero eso solía no ser bueno. Discutía todo el tiempo, se rebelaba y buscaba exactitud en todo, llegando a hartar a menudo a quienes la rodeaban, a todos menos a Elio y a su padre, quien tenía grandes expectativas puestas sobre ella. La pasión de Eva era la gimnasia, soñaba con ser como Nadia Comaneci y llegar a las Olimpiadas.
La historia se construye a través de un punto de vista múltiple: el de Elio, el de su madre Mónica y el del doctor Mateo. Poco a poco, mediante flashbacks, las causas y consecuencias de la muerte de Eva van saliendo a la luz: Elio sufría bullying y Eva lo defendía con fiereza; Eva sufría en silencio el sentirse un bicho raro por ser superdotada y su mundo se derrumbó cuando se partió la rodilla accidentalmente entrenando. Desde entonces, se volvió más sombría, más cerrada, dejando de confiar en su familia y sobre todo en su padre… hasta que le pidió un favor a Elio: que le ayudara a aprender a volar.
Le explicó que su miedo a las alturas era lo que la había hecho caer de la barra y que tenía que quitárselo, que solo así podría continuar su carrera como gimnasta. Así, durante semanas Eva organizó una serie de clases en la azotea para acabar con su vértigo. Elio seguía sus directrices, aunque siempre con un mal presentimiento.
La verdad que el psicólogo averigua a través de los dibujos de Elio resulta sobrecogedora: Eva no cayó, se quitó la vida. Y Elio fue cómplice involuntario de su despedida, pues desconocía el verdadero plan de su hermana… pero parece que hay algo más que el chico está ocultando.
El día del funeral de Eva, Elio no se presenta y ahí es cuando Mateo lo comprende: Elio no solo llora a su hermana, parece que quiere seguirla. Muy preocupado, Mateo se dirige a la azotea y encuentra a Elio oculto en un trastero. Y por fin Elio se confiesa. No hablaba porque no se atrevía a decir la verdad, pero tampoco quería vivir con la culpa de mentir a sus padres. Así, Mateo le propone un pacto: inventarán una verdad provisional que le permita seguir adelante… hasta que él decida qué hacer con la real. Y que recuerde que Eva le pidió que viviera. Elio, frágil pero confiado, acepta y abraza al doctor.
Pero sin saberlo ni Mateo ni Elio, Mónica ha seguido a su hijo y lo ha escuchado todo. Y entonces, rota y aliviada, le da las gracias a su hija… por haberle dejado a su mellizo.
DATOS RELEVANTES: El día que mi hermana quiso volar es una historia profundamente conmovedora en la que vivimos el duelo por la muerte de un ser querido desde los ojos de los padres, pero en especial, desde los ojos de un adolescente, casi un niño, que además resulta ser el hermano mellizo de la fallecida. Con tintes melodramáticos, nos adentramos en una historia que nos habla sobre el universo que puede generarse tras las puertas cerradas de las habitaciones de los adolescentes.
Aunque la historia es triste, el regusto que deja no lo es ni por asomo, es una oda a los vínculos, a sincerarte y confiar en las personas que te quieren, a buscar ayuda y a mirar las cosas bellas que la vida puede ofrecerte.
También denuncia el acoso escolar que viven muchísimos niños y adolescentes y sus terribles consecuencias, además de criticar cómo aún se pueden ver como “bichos raros” a las personas neurodivergentes.
Su autor, Alejandro Palomas, ha construido una historia en torno a los silencios y la distancia que existe entre el mundo adulto y el mundo de los niños. Ha recibido el Premio Nadal y el Premio Nacional de Literatura Juvenil. Además, cuenta con un apoyo inmenso de la comunidad lectora y de la prensa.
La crítica y las opiniones dicen:
“Lo he leído de corrido en un solo día. […]¡¡¡¡Qué logro hacer un thriller emocional!!!! Me ha parecido un libro formidable. Tremendo. Permanecerá dentro de mí mucho tiempo.” – Rosa Montero
“Duro, pero delicado. Hablar de estos temas es necesario, aunque nos cueste y nos haga llorar, Alejandro da un soplo de esperanza.” – Amazon
“El día que mi hermana quiso volar no es solo una historia sobre la muerte de una adolescente, es un canto a la vida, a los vínculos, a la complejidad de las emociones humanas y, sobre todo, a la importancia de dar espacio al dolor y a la sanación.”- Goodreads
POTENCIAL AUDIOVISUAL: Serie TV, Miniserie, Film, TV Film.
IDIOMAS DISPONIBLES: Español, Catalán, Griego.

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