En la España rural de los años setenta, un joven maestro destinado a un pueblo dividido por odios ancestrales se ve atrapado en una red de secretos, venganzas y crímenes silenciados, en la que preguntar por la verdad puede costarle la vida.
En los años setenta, Somino, un aislado pueblo castellano, vive marcado por una enemistad feroz entre el Llano (agricultores) y el Teso (cazadores), una fractura tan antigua que nadie recuerda su origen. El punto de no retorno llegó décadas atrás con la muerte de Arcadio Cuervo, padre de Josefina y Elvira, enterrado de noche y con la lápida mal cerrada, símbolo de heridas sin cicatrizar.
Años después, la muerte de Antonia Lobo, “la Negra”, de 19 años, en un supuesto accidente de tráfico cuando huía del pueblo, reactiva el enfrentamiento. La familia de los Lobo es una de las más poderosas del pueblo, y todo el mundo teme a Severo, padre de Antonia, y su hermano Ezequiel. El funeral, retrasado y lleno de rumores, coincide con la llegada de Héctor Cruz, joven maestro madrileño. Forastero y funcionario, pronto siente el rechazo generalizado del pueblo. La aparición de ciervos muertos y mutilados en lugares emblemáticos después de la muerte de Antonia agrava la tensión entre las facciones. ¿Habrán sido envenenados? ¿Habrán muerto de enfermedad natural? ¿Quién los ha colocado allí? Nadie sabe, nadie explica, pero todo el mundo sospecha.
La Guardia Civil, ausente durante años del pueblo, regresa con los agentes Sisinio Calleja y Patricio Codesal para investigar. El pueblo se encierra en un silencio hostil y señala a Héctor como posible informante de los agentes. Este sufre sabotajes, lanzan una piedra contra su ventana y vive bajo la constante vigilancia de las hermanas Cuervo, dueñas de la central telefónica, que espían conversaciones y alimentan la división. Entre sus pocos apoyos están Sofía León, enfermera, y su hijo Miquel, ajenos al odio heredado. El rencor se manifiesta también en venganzas cotidianas entre ambas facciones, como el arado cruzado que arruina la cosecha de un vecino o el vandalismo contra tumbas en el cementerio.
Héctor se enterará de que otra muerte, ocurrida años atrás, sacudió al pueblo e inauguró la época de miedos y silencios. Fue la muerte de Esther, una niña de ocho años que murió supuestamente ahogada en la “buchina” del pueblo pese a saber nadar. Fue enterrada de manera precipitada por un grupo de personas entre las que estaba Arcadio. ¿El objetivo? Ahorrar preguntas. Como preguntas se ahorraron en el funeral del mismo Arcadio y el de Antonia Lobo.
Con el final del curso escolar, la tensión escala. En medio del caos por un incendio forestal, Héctor, que había estado hablando de más con la vecina Sagrario, “la Antillana”, sobre la buchina y la muerte de Esther, recibe la advertencia de que Severo y Ezequiel Lobo se aproximan con intención de hacerle daño, quizás de matarle. Huye por un camino controlado por la Guardia Civil, pasando ante una casa ennegrecida con la palabra “traidores”, probable vestigio del incendio que expulsó a “la Antillana”. Héctor abandona Somino con mezcla de alivio y pesar.
Años después, en su lecho de muerte, la madre de “la Antillana” confirma que Esther fue asesinada y enterrada a escondidas. Su marido Eutiquio confirma que el Severo el Cejas, patriarca de los Lobo, ordenó el sepelio nocturno para evitar preguntas. Arcadio Cuervo estuvo presente y, meses después, también murió en circunstancias sospechosas, enterrado con la misma prisa. Josefina sobornó al enterrador para evitar autopsia, perpetuando el misterio. ¿Quién fue responsable de su muerte? Nadie. Todos. O quizá el propio pueblo de Somino. A la madre de “la Antillana” y su marido Eutiquio les expulsaron del pueblo años atrás al grito de “traidores”, les quemaron la casa y quedó en manos de negocios turbios de la familia Lobo, responsables también del “veneno” que mató ciervos.
Quedan sin resolver también la muerte de Antonia, las viejas venganzas y la cadena de crímenes enterrados bajo silencio cómplice. Una noticia de periódico afirma que Somino se convirtió en el epicentro castellano del tráfico de heroína. ¿Explicará eso la violencia y las rencillas del pueblo? En Somino nadie olvida ni perdona: las tumbas mal cerradas son un recordatorio de que el pasado sigue abierto, y la violencia y el rencor seguirán marcando a sus habitantes.
DATOS RELEVANTES: Enrique Llamas es un escritor español especializado en el mundo de la comunicación de las artes visuales, colaborando en diversos medios y escribiendo sobre literatura y teatro. Por su primera novela Los Caín, recibió el Premio Memorial Silverio Cañada al mejor debut de novela negra.
Los Caín es una novela a medio camino entre realismo rural oscuro, el thriller y el drama social, ambientada en la España de los años setenta. Su estructura fragmentada mezcla presente y pasado, revelando gradualmente secretos que van desentrañando la trama. Una historia con una tensión latente y un ritmo que, aunque pausado, mantiene la intriga gracias a la acumulación de situaciones inquietantes y violentas.
La novela tiene un gran potencial audiovisual como thriller rural cargado de tensión y con un componente coral, con múltiples líneas temporales y personajes de fuerte identidad. Conecta con el drama rural contemporáneo de películas como As bestas o La isla mínima, combinando crítica social, misterio y un retrato universal sobre el rencor heredado. La historia cuenta con momentos de alto impacto dramático y cinematográfico.
Lo que dice la prensa:
“Desde las primeras líneas, rápidamente comprendemos que no podremos dejar Los Caín: nos ayuda a contemplar lo que fuimos para entender lo que somos”. – Guillermo Altares, El País
“Una escritura que envuelve al lector, un territorio de honestidad y dureza impulsado por unos personajes resueltos entre la ternura y el pedernal”. – Antonio Lucas, El Mundo
POTENCIAL AUDIOVISUAL: Serie TV, Miniserie, Film, TV Film.
IDIOMAS DISPONIBLES: Español.

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